La Iglesia Pentecostal ‘Coge El Fuego Del Espíritu Santo’ abraza la doctrina de la Unicidad de Dios y practica el bautismo en el nombre de Jesús y el bautismo del Espíritu Santo con evidencia de hablar en otras lenguas. Por eso es considerada como parte de los pentecostales del nombre de Jesús o Apostólicos.
UN SOLO DIOS VERDADERO
Creemos en un solo Dios viviente, eterno, infinito en poder, santo en naturaleza, atributos y propósitos; y que posee divinidad absoluta e indivisible.
La Escritura afirma, asume y declara que el conocimiento de Dios es universal. (Romanos 1:19, 21, 28, 32; y 2:15). Dios es invisible, inmaterial, sin partes, sin cuerpo y por lo tanto libre de toda limitación. Él es Espíritu (Juan 4:24), y “el espíritu ni tiene carne ni huesos…” (Lucas 24:39).
“El Primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es” (Marcos 12:29; Deuteronomio 6:4). “Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todas las cosas, y por todas las cosas, y en todos vosotros”. (Efesios 4:6).
Este Dios verdadero se manifestó a Sí mismo en el Antiguo Testamento de varias maneras, y en el Hijo cuando caminó entre los hombres, y como Espíritu Santo después de la ascensión.
EL HIJO DE DIOS
El Dios verdadero, EL SENOR o JEHOVÁ del Antiguo Testamento, tomó sobre Sí mismo la forma de hombre, y como el Hijo del hombre, nació de la mujer, María. Como Pablo dice: “Y sin contradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne; ha sido justificado con el Espíritu; ha sido visto de los ángeles; ha sido predicado a los gentiles; ha sido creído en el mundo; ha sido recibido en Gloria” (I Timoteo 3:16).
“A los suyos vino y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). Este solo Dios verdadero, se manifestó en la carne, es decir en su hijo Jesucristo. “Porque ciertamente Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a Sí, no imputándole sus pecados...” (II Corintios 5:19).
EL NOMBRE
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6). Esta profecía de Isaías se cumplió cuando se le puso nombre al hijo de Dios, “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).
ARREPENTIMIENTO Y CONVERSIÓN
El perdón de los pecados se obtiene por arrepentimiento genuino, confesión y abandono de los pecados. Somos justificados por fe en el Señor Jesús (Romanos 5:1). Juan el Bautista predicó el arrepentimiento, Jesús lo proclamó y los Apóstoles lo enfatizaron tanto a Judíos como a Gentiles (Hechos 2:38, 17:30).
Jesús dijo: “si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3) Lucas 24:47 dice: “Y que se predicase en Su Nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”.
BAUTISMO EN AGUA
La manera escritural del bautismo es por inmersión, y es solo para aquellos que se han arrepentido, completamente, apartándose de sus pecados y amor al mundo. Debe ser administrado en el Nombre de Jesús, de acuerdo con los Hechos de los Apóstoles (Hechos 2:38, 8:16, 10:48, 19:5, obedeciendo así, Mateo 28:19).
EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO
Juan el Bautista, en Mateo 3:11 dijo: “Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego”.
Jesús, en Hechos 1:15 dijo: “Vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo no muchos días después de estos”.
Lucas nos dice en Hechos 2:4, “fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.
Los términos “bautizar en el Espíritu Santo y en fuego”, y “llenos del Espíritu Santo”, y el “don del Espíritu Santo”, son términos sinónimos usados indistintamente en la Biblia.
Es escritural esperar que todos los que reciben el Espíritu Santo, reciban la misma señal física e inicial de hablar en otras lenguas. El hablar en otras lenguas, como se relata en Hechos 2:4, 10:46, y 19:6, y el don de lenguas como se explica en I de Corintios capítulos 12 y 14, son los mismos en esencia, pero diferentes en uso y propósito.
Pedro, al explicar esta fenomenal experiencia, dijo: “Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís” (Hechos 2:33). Y más adelante, “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hechos 2:39).